"Domínguez torturaba hasta que podía”




Héctor Miguel Negrete declaró por el caso de Joubert. Es retirado del ejército argentino y vive en Junín de los Andes. Desde 1975 hace actividades deportivas para el Ejército, y desde el ´78 que es baqueano de montaña.
 Conoce a Ernesto Joubert, una de las víctimas d la represión en Junín de los Andes. como vecino, desde hace 40 años y hace unos años le comentó que en 1977 fue detenido,  maltratado, y que había quedado muy dolido.

Explicó que la víctima le había preguntado por un compañero de él, el suboficial baqueano Raúl Artemio Dominguez, con quien cumplió funciones en el Regimiento Infantería de Montaña 26, ya que en una ocasión mientras cortaba el pasto, Joubert lo había reconocido como a una de las personas que estuvo en el momento de su detención.

 Ante las consultas de la víctima, Negrete le dijo que a Domínguez lo conocía, y que en sus actitudes “era bastante picante, y un hombre con despropósitos hacia los soldados”. Pero no pudo precisar qué función cumplía Domínguez dentro del cuartel.

El Defensor Hernán Corigliano le leyó una nota con información expresa que Negrete le había entregado a Joubert, sobre el perfil de Domínguez. En la mismo lo calificaba, como “un ser sanguinario, maldadoso, y que torturaba hasta que podía”. Incluso aclaró que había sido sancionado por maltratar a soldados.

Sostuvo además que nunca dudo de lo que le contó Joubert  ya que “todo lo decía con firmeza”


Por Verónica Benjamín

“Aquel episodio decidí borrarlo”


Roberto Mario Coppolecchia en 1976 era el administrador del hotel del Sindicato de Seguro de esa Bariloche, y vivía allí junto a su esposa y sus tres hijos. Estaba a cargo del hotel del Sindicato de Seguro como cuadro dirigente, con el fin de administrarlo y detentar la participación del Sindicato en Río Negro y Neuquén.

Contó que el 21 de junio de 1976, “dos miembros llegan al hotel con la misión de revisar si tenían armas”, y fue detenido por fuerzas de seguridad de la ciudad y encerrado luego en una celda de la Unidad de detención Nº9 (U9).

Estuvo 10 días en la comisaría hasta el 28 de junio cuando lo trasladan a Neuquén, en una camioneta del Ejército con un civil. Mientras estuvo secuestrado, advirtió la presencia de otras personas cautivas y dijo haber escuchado gritos.

Lo llevaron a un lugar que no pudo identificar y estuvo en una cucheta con las manos atadas atrás. Lo levantaron y lo sentaron en una cama metálica y alguien dijo “te equivocaste” no era él, y lo regresaron donde estaba. Lo llevaron de nuevo y a la noche siguiente lo interrogaron por gente de Bariloche. Al día siguiente lo llevaron a la U9 y dos días después le devolvieron la libertad.

Coppolecchia responsabilizó de su privación de la libertad al entonces Jefe de Gendarmería de Bariloche, el Coronel Néstor Rubén Castelli. Ya que en 19 76, el hotel que administraba, era lugar de reunión para jugar ajedrez, y en el que participaba el Castelli. En un episodio, había en el salón un retrato del General Juan Domingo Perón que le habían ordenado sacar, pero que él se negó. Aunque en la comisaría de Bariloche nunca le brindaron los motivos de su detención.

Ante la consulta de si fue torturado, Coppolecchia respondió que depende qué se entienda por tortura, “una persona llevada detenida sin su consentimiento, es tortura, claramente más allá del tomento físico” Relató que recién denunció los hechos en el 2008, cuando lo visitó en su casa de Vicente López, ciudad donde reside actualmente, Noemí Labrune. Y que le está agradecido ya que “que le permitió retomar un tema que había puesto en el olvido”. Y que él decidió borrar los hechos, ya que en el 76 tenía hijos chicos y “aquel episodio me había marcado mucho, decidí borrarlo”.




“Es terrible porque esto nos marcó a toda la familia”



En un compungido relato Graciela Elisa Arroyo contó cómo fue la búsqueda de su marido. Al momento de la detención de su esposo Roberto Mario Coppolechia, ella estaba en Buenos Aires son sus dos hijos menores. Mientras que su marido se encontraba en el Hotel Argentina Libre de Bariloche, que administraba, junto a su hija.

Estando en Buenos Aires, y debido a que esperaba el llamado de su esposo, que no llegaba, consiguió un teléfono y no contestó su esposo, sino que le respondieron otros empleados del hotel, con la triste noticia de que a su esposo lo habían detenido y que su hija mayor de tan sólo 6 años, había quedado con gente del hotel.

Arroyo se comunicó con el Sindicato del Seguro y regresó a Bariloche. Se enteraron que Coppolecchia estaba en la Comisaría de la ciudad, y pudo verlo en una ocasión. Cuando lo vio, estaba “deprimido y triste”.

Concurrió al Batallón de Bariloche donde le dijeron que estaban en guerra y que “esto lo hacían por las futuras generaciones”

Cuando regresó a Bariloche, casi un mes después, Coppolecchia era otra persona “estaba muy flaco, muy triste”, sostuvo Elisa Arroyo. No pudieron retomar la vida como normalmente la hacían “pensábamos vivir en Bariloche, pero nos tuvimos que ir de allí”. A lo cual agregó “mi hijo menor, de cuatro años, veía un soldado y temblaba”.



Por Verónica Benjamín