“Era una cosa terrible como nos tenían”

Así declaró el jueves por la tarde Francisco Tomasevich, secuestrado en el denominado Operativo Cutral Co. Fue privado por más de tres años de su libertad y luego se exilió en Suecia.
Francisco Tomasevich. Fotografia Olga Cabeza


El 14 de junio de 1976 dos militares armados patearon la puerta de su casa y al grito de “Ejercito argentino” lo apresaron y llevaron a la comisaria de la localidad. “Me dijeron que terminara de vestirme y me llevaron con la ropa de trabajo”, declaró.

En la comisaria lo recibieron desde la puerta con golpes y le vendaron los ojos para el interrogatorio. En una habitación de la comisaria lo interrogaron con la aplicación de picana eléctrica “Me querían acusar que yo quería volar la destilería de Huincul”. Estuvo hasta el otro día a las seis o siete de la mañana cuando lo subieron a un celular y lo trasladaron a Neuquén, junto a  Sergio Méndez Saavedra, Guillermo Almarza Arancibia y Pedro Maidana. Los llevaron a la Unidad de Detención N°9.  “Prácticamente los conocía a todos los que estaban ahí porque éramos del pueblo”, dijo. Allí fue testigo de cómo sacaban y después volvían a ingresar, muy golpeados a varios detenidos, entre ellos, Almarza, los hermanos Kristensen y Balbo.

Estuvo incomunicado unos diez días. En la U9 estuvo detenido dos o tres meses, según sus palabras,  después fue trasladado a Rawson en el avión “Hércules” junto a otros presos políticos “nos hicieron pasar por una fila doble y ahí nos empezaron a golpear. Subimos al avión y ahí venia más gente”. En el vuelo vio a Carlos Kristensen “ese hombre la paso muy mal”, declaró.

En Rawson fueron llevados al Comando Valenzuela, en honor a Juan Valenzuela, un guardia cárcel muerto en agosto de 1972 en Trelew. Al llegar les hicieron feroces requisas que se prolongaron durante todo el cautiverio. Allí quedaron encerrados en un calabozo durante 10  días. Al salir pudo volver a ver a Méndez, Almarza y Maidana.

Hablo también del calabozo “Los Chanchos”, una celda de castigo a la cual iban a parar ante el menor gesto considerado motivo para someterlos a sanción. “La misión de ellos era destrozarnos, la nuestra era sobrevivir y mostrarles que no iban a poder con nosotros. Éramos solidarios entre nosotros”.

En septiembre de 1979 se exilia definitivamente a Suecia donde reside hasta el día de hoy.
“Así estoy acá hoy, denunciando a esas personas, porque esas personas mandadas o no, no tenían corazón”, concluyó.

Por Olga Cabeza

2 comentarios:

Pedro Pan dijo...

muy buen trabajo.... felicitaciones por el esfuerzo ....

Proyecto Justicia dijo...

Muchas gracias Pedro, es un trabajo en conjunto de cuatro personas, comprometidas con lo que cubren y dando lo mejor para poder llevarlo a cabo.

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